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Vivir en el tiempo presente

Por Cristina Amalia Lopez

“En el momento en que dejas de preguntarte por lo que va a pasar empiezas a disfrutar de lo que está pasando”

Cuando nos obsesionamos con lo que podría pasar o nos angustiamos por lo que está por venir, podemos perder de vista las experiencias y las oportunidades que están frente a nosotros en el momento presente.

Vivir en el presente nos permite saborear las pequeñas alegrías de la vida.

Que maravilloso es, centrarse en el afecto societatis, apreciar las relaciones interpersonales, y encontrar significado en las actividades diarias. Que la vida tenga un sentido de trascedencia.

Al liberarnos de la preocupación constante por el futuro, podemos estar más presentes, más conscientes y más agradecidos por lo que tenemos en el aquí y ahora,  podemos empezar a disfrutar plenamente de lo que está sucediendo en nuestras vidas en este momento.

Es una versión del clásico “Si de noche lloras por el Sol las lágrimas no te dejarán ver las estrellas” y el mensaje central es aprender a disfrutar del presente que es, en definitiva lo único que tenemos a mano.

Capitalizar los procesos en los cuales las vivencias se convierten en experiencias significativas es un enfoque fundamental en diversas áreas académicas y prácticas, como la psicología, la educación, la psicología del desarrollo, la gestión del talento humano, entre otras. Esta idea se basa en reconocer que las vivencias que experimentamos a lo largo de nuestras vidas pueden transformarse en experiencias significativas cuando se reflexiona sobre ellas, se les da un contexto y se les atribuye un significado personal.

Académicamente, esta noción está respaldada por varios conceptos y teorías:

El Constructivismo: Según esta teoría, desarrollada por investigadores como Piaget y Vygotsky, el aprendizaje es un proceso activo en el cual las personas construyen su propio conocimiento a través de la interacción con el entorno y la reflexión sobre sus experiencias.

El Aprendizaje Experiencial: Esta corriente educativa, promovida por teóricos como David Kolb, enfatiza la importancia de aprender a través de la experiencia directa, la reflexión y la aplicación práctica del conocimiento.

La Psicología del Desarrollo: En el campo de la psicología, se reconoce que las experiencias vividas durante la infancia y la adolescencia tienen un impacto significativo en el desarrollo socioemocional y cognitivo de las personas.

La Psicología Positiva: Esta rama de la psicología se centra en el estudio de los aspectos positivos del ser humano, como el bienestar emocional, la satisfacción con la vida y el florecimiento personal. La capitalización de experiencias positivas es un componente clave en la promoción del bienestar psicológico.

La trascendencia de capitalizar las vivencias y convertirlas en experiencias significativas radica en varios aspectos:

Desarrollo Personal: Al reflexionar sobre nuestras vivencias y extraer lecciones de ellas, podemos crecer y desarrollarnos personalmente, mejorando nuestra autoconciencia, autoeficacia y resiliencia.

Aprendizaje Profundo: Convertir las vivencias en experiencias significativas puede potenciar el aprendizaje profundo y duradero, ya que implica una comprensión más profunda y contextualizada de los conceptos y habilidades adquiridas.

Bienestar Emocional: La reflexión sobre las experiencias positivas puede aumentar nuestro bienestar emocional y fortalecer nuestra capacidad para enfrentar los desafíos con una actitud positiva y optimista.

Desarrollo Organizacional: En el ámbito laboral, capitalizar las experiencias significativas puede fomentar un clima laboral positivo, mejorar la satisfacción y el compromiso de los empleados, y promover un liderazgo efectivo y empático.

En definitiva  capitalizar las vivencias y convertirlas en experiencias significativas no solo tiene fundamentos sólidos en la teoría académica, sino que también puede tener un impacto positivo y trascendente en el desarrollo personal, el aprendizaje, el bienestar emocional y el desarrollo organizacional.

La relación entre capitalizar las vivencias y vivir en el tiempo presente radica en el hecho de que ambas ideas nos invitan a estar plenamente presentes en nuestras vidas y a encontrar significado y valor en cada momento que experimentamos.

Cuando capitalizamos nuestras vivencias, estamos reconociendo la importancia de estar conscientes y reflexivos sobre lo que estamos experimentando en el presente. Nos permite tomar las experiencias pasadas, tanto positivas como negativas, y extraer lecciones significativas de ellas para aplicarlas en nuestra vida diaria. Esta reflexión nos ayuda a cultivar una mayor conciencia de nosotros mismos, de nuestras fortalezas y áreas de crecimiento, y de cómo nuestras acciones y decisiones afectan nuestro bienestar y desarrollo personal.

Al mismo tiempo, vivir en el tiempo presente implica estar plenamente comprometidos con lo que está sucediendo aquí y ahora, en lugar de preocuparnos por el pasado o anticipar el futuro. Nos ayuda a apreciar y disfrutar cada momento de nuestra vida, incluso las experiencias aparentemente mundanas, porque entendemos que cada una de ellas contribuye a nuestro crecimiento y desarrollo.

La combinación de capitalizar las vivencias y vivir en el tiempo presente nos permite encontrar un equilibrio entre aprender del pasado y estar presentes en el momento actual. Nos invita a adoptar una actitud de apertura, curiosidad y gratitud hacia la vida, permitiéndonos experimentar una sensación de plenitud y satisfacción en nuestro día a día.

Por lo tanto, al profundizar en esta relación, podemos encontrar una guía valiosa para navegar por nuestras vidas con mayor conciencia, propósito y significado. Nos ayuda a aprovechar al máximo cada experiencia que vivimos, ya sea grande o pequeña, y a encontrar belleza y significado en el flujo constante de la vida.

Gracias por leerme

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